12/6/14

LA FERIA

Un duro tres disparos. Mientras atronaba en tus oídos la fantástica selección de hits macarras de los coches de choque -Rubbettes y Slade incluidos- enturbiada por la ineludible megafonía del plasta de la tómbola, tú frente al gran desafío. Con el primer disparo, calibrabas la desviación de la mira. Con el segundo empujabas el premio hacia el borde del estante. El tercero lo precipitaba en tus manos. Habías ganado tu botellita mini de whisky, ron, ginebra o anís. Muchos años después acabarías aficionándote a ellas en los aviones y buscándolas con avidez en el minibar de las habitaciones de hotel. Pero aquella experiencia virginal no tiene precio. Menores, armas y alcohol, una combinación inigualable.